RASCAFRIA 2017


Finaliza, oficialmente, este interminable verano
Sin haber perdido nada de su pujanza
Al calor del sol los aromas de la resina
De las enormes columnas verticales
Mezclados con los de alguna superviviente jara
Embriagan los sentidos-

Entre los altísimos pinos serranos
Imaginarias claraboyas iluminan,
Aquí mares de helechos que comienzan a pardear
Allí algunos robles y abetos
Circundados por zarzas cargadas de moras madurando,
Salpicando el verdor acebos con sus frutos carmesís.

Y dando vida a todo el río y sus arroyos de aguas todavía claras,
Pese a nuestra capacidad depredadora
Desde un pequeño altozano
Divisamos, al amparo de una curva fluvial,
Una minúscula y casi oculta alfombra de hierba
A la que con no poco esfuerzo llegamos
Eso sí, pagando el peaje con arañazos y rozaduras
Y obteniendo como premio silencio,
Intimidad, casi paz.

En el ligero desnivel de esa curva del arroyo
Se abre una poza donde, suponemos,
A resguardo de miradas
refrescamos nuestros cuerpos desnudos,
Agua fresca que no fría, el deshielo terminó hace mucho,
Revitalizante, invitadora, que excita nuestros sentidos
Invitación que, educadamente, aceptamos
Contribuyendo con nuestras exudaciones
Al fluido vital de la corriente.

Después secamos nuestra piel
Con el calor del sol que penetra
A través de esos lucernarios pensados
Mientras una sintonizada pregunta
Atraviesa nuestras mentes
O quizás nuestros sentidos
¿Y si fuera, si pudiera ser, siempre así?

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